jueves, julio 20, 2006

La marcha railiana


Me marcho. Sobre las nubes como los ángeles. Vueling lo llaman los capitalistas. La ciudad roja de los tulipanes me espera, y la ciudad de las revoluciones y la ciudad de Goya. Y a mí mismo, pero no tan lejos, en el espejo de mi alma: mi propio corazón.

Dejo una vez más el mundo que conozco, la seguridad, mi vida y me monto sobre railes para recorrer las curvas de una vieja desconocida. La misma que Zeus raptó allá por Creta convertido en toro, la misma que jadeó cien años y luego treinta y luego gimió el mundo por ella dos veces más.

Cuando todo es silencio y no puedes huir de ti mismo, entonces te ves obligado a escuchar tu propia voz. Entonces te pellizcas, te mueves inquieto, deseas estar soñando. Pero sabes que nadie vendrá a despertarte. Ni ahora ni nunca. En esos momentos la soledad es el camino de baldosas amarillas. En tu camino encuentras a gente, pero al final, tú, sólo tú eres capaz de enfrentarte contigo. Nadie te ha preparado, por eso es duro.

Mañana será otro día. Todo irá sobre raíles.

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