viernes, diciembre 21, 2007

Gritar al infinito


Al final siempre la soledad y el miedo. O el miedo a la soledad. Al final, la vida se reduce a decidir cada mañana si merece la pena sonreír o si lo mejor sería quedarse en la cama y taparse hasta la nariz como en un intento de escondernos de nosotros mismos.

Hoy es uno de esos días en que parece el sentido de la vida se escapó por la alcantarilla, como el agua de la lluvia que cae del cielo cuando a las nubes les da por llorar. Hoy es una de esos días grises que dejan paso a noches oscuras, a cárceles siniestras donde el corazón pide a gritos que lo escuchen. Sólo una vez más.

Hoy es de esos días en que el pasado es una película nostálgica en blanco y negro y el futuro un avión sin conductor, con el motor roto y un único pasajero sin paracaídas: tú. Hoy es de esos días en el que el presente no te anima al Carpe Diem ni al Sapere Audiam, sino que te carcome el alma como las termitas y piensas: Sic transit gloria mundi.

Al final siempre queda el tipo que te observa con curiosidad cuando te miras al espejo. O quizás
seas tú el que mira el espejo esperando ver a otro tipo. A veces uno se cansa de ser uno mismo, de su perpetua alegría, se su contagioso optimismo. Al final, uno muchas veces lo que necesita es quedarse en la cama, taparse hata la nariz y escondernos de nosotros mismos.

2 comentarios:

PALOMA dijo...

Hasta que llega uno y te señala algo allí diciendo OHHHH, y tú miras, y él te hace MOKI MOKI en la nariz. Y te ríes, no puedes evitarlo, y entonces decides que te vas a destapar la nariz y que sí vale la pena sonreír!

unastronauta dijo...

... y resulta que no tiene sentido salir, tampoco tiene sentido quedarse... hay que saltar del avión ese que lleva los futuros, porque nada se puede perder en la nada