jueves, febrero 21, 2008

La historia del moco saltarín


Pichi era un moco verde que vivía en una nariz. Era pequeño, pero bastante sólido comparado con algunos de sus hermanos blanquecinos. Todos los mocos vivían felices y seguros, protegidos por una cortina de pelos que evitaba que el frío viento entrara en su hogar. Sólo temían una cosa: al dios Índice, que de vez en cuando irrumpía en la nariz y se llevaba a algún moco a la luz, para darle una vida mejor.

Un día ocurrió que la casualidad, el destino y el azar se pusieron de acuerdo y el dios Índice se llevo a Pichi, alejándolo de sus hermanos y de la vida que hasta entonces había conocido. La luz de un día soleado cegó a nuestro verde protagonista, quien de de pronto sintió que lo moldeaban en forma de bola y lo arrojaban a una velocidad que nunca antes había exprimentado.

Pichi sintió vértigo mientras caía hacia el vacío. Cerró los ojos creyendo que iba a pasar a mejor vida, sin embargo no chocó contra el suelo; rebotó. "Boing". De pronto sintió que se elevaba de nuevo y volvía a caer más suave. "Boing", de nuevo para arriba y cosquilleo en el estómgao al bajar. "Boing", empezaba a ser divertido el movimiento. "Boing", no sólamente se movía de arriba a abajo, sino que también avanzaba con cada salto.

Por fin, Pichi se atrevió a abrir los ojos y un mundo de colores apareció a su alrededor. El nuevo mundo era inmenso y bello y la vieja nariz le pareció entonces ridícula y gris. Pichi se enamoró de ese nuevo mundo y pensó en lo afortunado que era de poder disfrutarlo, así que sin pensarlo, se propuso a recorrer el vasto universo que se abría a su alrededor y conquistarlo en su corazón.

"A veces una buena caída nos sirve para darnos cuenta del hermoso mundo que nos rodea. Mirad al moco saltarín, allí va, ha decidido ser feliz. ¿Se puede pedir más a la vida?"

1 comentario:

PALOMA dijo...

Realmente, NO se puede pedir más.
Genial, un besito!