domingo, abril 19, 2020

Un gran acuerdo para revertir el pesimismo


Este artículo es ciencia ficción, pero debería cumplirse y por eso deberías leerlo. 

Las emociones juegan un papel fundamental a la hora de explicar el comportamiento y evolución de la economía mundial. El optimismo empuja a una sociedad y su economía por encima de lo esperado, mientras que el pesimismo tiene el efecto contrario. Así lo han señalado distintos economistas en los últimos 100 años, tal y como explicó el periodista Antonio Gutiérrez-Rubí en un reciente artículo.

La moraleja es que, de ese estado de ánimo colectivo a distintos niveles, va a depender cómo salimos de la crisis económica que viene por la pandemia del coronavirus. Estaría el nivel global, o como los principales países del mundo se enfrentan de forma conjunta a esta crisis; después podríamos hablar de un nivel europeo y, por último, a nivel nacional, en este caso España.

Voy a centrarme en este último, aunque mirando de reojo al nivel europeo. Según datos del Barómetro Covid-19 de Kantar, que analiza datos de 50 países de todo el mundo, España se sitúa entre los Estados más pesimistas con respecto a la recuperación económica tras la crisis. Apenas uno de cada cinco ciudadanos confía en que, una vez superada la pandemia, habrá una recuperación rápida, frente al 65% de la población china. 

Se ha hablado mucho de carácter pesimista típicamente español, que podría explicar una parte de esta estadística, pero da la impresión que tiene más que ver con lo que los españoles sienten cuando miran hacia quienes nos gobiernan. Ni en una crisis de esta magnitud pueden dejar sus rencillas de salón, su guerra por ganar el relato, sus medias verdades para quedar por encima de los otros. En este contexto, ¿Qué vecino no se mete en casa a las ocho y cinco, tras aplaudir con orgullo a quienes se juegan su salud cada día en el trabajo, preocupado porque más allá de buenas palabras no tienen un respaldo unánime de las instituciones?

 Si en esas negociaciones más o menos sinceras, más o menos propagandísticas que ha ofrecido el Gobierno, se produjera un gran acuerdo entre los principales partidos, ¿Alguien duda de que el porcentaje de pesimistas se reduciría sustancialmente?

La situación es grave. Conviene recordar que la crisis de 2008 se combatió de una forma parecida a la que estamos viviendo. Con más gasto público para sostener la actividad privada, el empleo y la capacidad adquisitiva de los ciudadanos. Y conviene recordar, sobre todo, cómo esa estrategia terminó de un día para otro, en mayo de 2010, cuando los mercados atacaron Grecia, Irlanda, Portugal, Italia y España y dispararon el interés que debían pagar esos países por toda esa deuda que habían contraído. 

De ahí la reivindicación de España e Italia en las últimas semanas por la emisión de coronabonos, es decir y resumiendo mucho, que todos los países europeos paguen el mismo interés por su deuda. Alemania y Holanda pagarán más de lo que lo harían en solitario pero, a cambio, los países del sur de Europa podrán hacer frente a su pago sin temor a la bancarrota y sin necesidad de pasar otra década estrangulados por la austeridad.
 
Los europarlamentarios españoles tienen un papel muy relevante dentro de sus respectivos partidos a nivel europeo, más todavía tras la salida del Reino Unido. Acudir a Europa con un planteamiento conjunto, la voluntad de trabajar en la misma dirección puede suponer la diferencia entre el éxito y el fracaso de nuestras pretensiones. 

Si los que tienen responsabilidades de Gobierno a nivel nacional, autonómico y local asumen la responsabilidad de salir juntos de esta, creo que todos los que estamos encerrados en casa sentiríamos que, esta vez sí, podemos ser positivos de cara al futuro porque estamos unidos. Y eso no significa estar de acuerdo en todo ni tener que ir juntos a todas partes. A veces es tan sencillo como mirar en la misma dirección.

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