lunes, abril 03, 2006

Teoría del contrato social

La relación entre el Estado y los cidadanos del territorio que ocupa ha sido definida durante la historia como contrato social. Dependiendo de cada momento histórico, sus características han cambiado.
El momento con más auge de estas teorías fue con el trinfo de las ideas ilustradas en Europa y EEUU a finales del siglo XVIII. Antes, las teorías absolutistas de filósofos ingleses (primera potencia marítima) y franceses (primera potencia continental), predominaban en el viejo continente bajo la máxima de Locke: "el hombre es un lobo para el hombre". Con la revolución francesa, la teoría del contrato social de Rousseau y la separación de poderes de Montesquieu tomaron protagonismo y derrocaron las viejas ideas. Comenzó una lucha que debía desembocar en el nacimiento de un nuevo tiempo político, social y económico: el Nuevo Régimen.
Esta nueva era en la historia de la humanidad -si me permiten el eurocentrismo- no se consiguió en la revolución francesa. Tres revoluciones burguesas y dos internacionales obreras en el siglo XIX lo confirman. No es hasta la caida del III Reich y de la derrota del fascismo que las ideas liberales de la ilustración se imponen en Europa y EEUU. En los Estados occidentales, dominados por EEUU, se impusieron los ideales burgueses y el liberalismo económico. En los orientales, dominados por la URSS, se impusieron las dieas marxistas. Una guerra fría, la caída del muro de Berlín y la construcción de otro entre Israel y Palestina, un 11-S y dos guerras de Irak después dejan la relación entre el Estado y sus ciudadanos en el mismo punto que hace doscientos años, cuando la primera revolución industrial era un embrión, la segunda impredecible y la tercera ciencia ficción. El llamado cuarto poder, el de los Medios de Comunicación, es tan sólo un nuevo actor en el tablero, un parche social que se ha convertido en una élite más complice de las reglas del juego.
Hoy nos encontramos con un vacío de ideas. Las incertidumbres sobre el futuro del mundo alcanzan niveles propicios para que se produzca un cambio a escala mundial. El pensamiento débil, el neoliberalismo económico y el neodespotismo político son fórmulas refritas y caducas, si bien no tienen alternativa. El viejo contrato social del ya gastado Nuevo Régimen busca descansar junto a sus antecesores, en el panteón de las teorías, donde sin duda, tendrá un sitio de honor. O, al menos, un sitio mas humano.
El nuevo contrato social debe redefinir el concepto en su base. La interacción Sociedad-Estado y el diálogo de sociedades sea la fórmula en un mundo cada vez más globalizado, más informado y con mayor acceso a las fuentes de poder. En este nuevo contrato, un choque de civilizaciones que desembocara en una guerra abierta entre occidente y el Islam no tendrá cabida. En la inminente explosión de alternativas, una alianza de civilizaciones no será una idea disparatada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es cierto que, quizás, la Revolución Francesa no cambió tanto la historia... pero es tan bonita creer en ella...

¿ahora? Los medios de comunicación, los Estados insensatos y la globalización marcan la vida. Y las personas... personas con ideas, con oportunidades, personas que se adueñarán de la globalización con fuerza, que la harán suya... Personas...
Nuevas ideas, nuevos retos, nuevas fronteras y nuevos ameneceres...

¿Diálogo entre civilizaciones? Quizás no pueda ser real... pero es tan bonito creer en él...

Anónimo dijo...

Al menos una cosa deberíamos haber aprendido la humanidad, y es que la violencia sólo engendra violencia.

Los grandes cambios se fraguan a lo largo de generaciones, unas preparan el camino aportando y difundiendo nuevas ideas y otras desarrollándolas según las sociedades van estando preparadas para asumir las nuevas formas del citado contrato social.

Como es obvio, los componentes sociales que pierden privilegios en estos cambios se resisten con todo lo que pueden, incluso dando marcha atrás con formas muy sutiles. Por ejemplo, inventando enemigos demoníacos (comunistas, islamistas, Lucifer...) para justificar las más absurdas guerras y recortar derechos sociales.

De la misma manera las fuerzas que impulsan los necesarios cambios deben inventar nuevas ideas, nuevos caminos que relancen la inevitable evolución hacia un mundo mucho mejor. En este sentido, la Alianza de Civilizaciones, como muy bien dices, es una idea, y puede abrir un nuevo camino.

Un abrazo.