domingo, octubre 02, 2005

La Tierra del Fuego


Arde el mundo cuando el abuso mancilla el honor y la sangre hierve en el corazón humano. Entonces la guerra se improvisa en extraños campos de batalla. Los dos bandos se posicionan, la expectación es máxima, estoy preparado. Cada cual busca su táctica en la batalla, la gente ríe nerviosa. No faltan las encomendaciones a dioses o a la voluntad misma que es quien sella el destino de todos. Un momento para el amor, pues lo que hace que la desolación no se apodere del hombre es, aún en tiempos de muerte, tener tiempo para la vida
Los tambores suenan, la imaginación y la creatividad vuelan. El fuego de la violencia y la muerte arrasa la vida, la hace insignificante. La batalla es larga, el fuego se propaga a la velocidad del suspiro de almas encerradas en cuerpos con miedo, el mejor ataque. Todo se nubla, todo se derrumba. Despierto de la fantasía, el enemigo pasa, hay reconocimiento mutuo del que prefiere hacerse el muerto para no morir y el que cree no matar porque así los mantiene bajo su poder.
Los sueños se marchan, la creatividad aún flota, no se puede ir, es el arma contra la intransigencia. La violencia sólo engendra más violencia. El fuego es poderoso y traicionero, pero el agua es paciente, tranquila e implacable. Y el agua apaga todos los fuegos, también el de la guerra. Después, una subida al amanecer del nuevo día, la vida sigue, una canción de amor en el interior y como bandera su corazón.

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