miércoles, abril 04, 2007

El cocodrilo y la serpiente

Amaneció el día en que iba a ver la tumba de Ernesto Guevara. La temperatura era primaveral con un toque húmedo del caribe. Israel, el guía y dueño de la furgoneta nos iba explicando: y esto es uno de los campos de naranjos más grandes de la isla, ocupa varios kilómetros. Y ahora vamos a pasar por Cárdenas, ¿Os acordáis de Elian González, el niño balsero? Vive, aquí. Mirad, ahí están los agentes del Gobierno que lo protegen día y noche. Es un símbolo de la revolución.
Llegamos a un pequeño zoo y paramos para verlo. Nada más entrar vemos un cocodrilo de dimensiones diminutas. Entre sus dientes estaba atrapada una serpiente también pequeña.
-Vamos a ayudarle, dijo una amiga.
- A quién, quiso saber Israel.
- Al cocodrilo claro, siempre al fuerte.
Nos fuimos disgregando para ver el resto de animales hasta que sólo quedamos el guía, mi amigo Pablo y yo. Entonces Israel cogió una manguera del suelo y atizó con fuerza al cocodrilo. El acorazado animal se asustó, soltó a la serpiente y se acurrucó en una esquina sin atreverse a mover. La serpiente con paso lento, pero sin pausa, dolorida por los fuertes colimillos de su captor, consiguió escapar. El joven guía sonrió mientras seguía caminando.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vale más ayudar al débil, o mejor dicho, al que han debilitado...

Saludos desde Mallorca, el mar brilla y los niños juegan en la arena.